Héroes de la guitarra.
En el mundo de la música ha habido muchos héroes. Algunos se marcharon antes de tiempo, otros siguen entre nosotros para seguir disfrutando de su arte. Hoy les llamo la atención sobre unos héroes musicales en particular: los guitarristas. Una raza de tipos peculiares a los que hay que darles de comer aparte. Únicos, intrínsecos, iconoclastas, rebeldes y con un objetivo común: sacar todo lo que llevan dentro y expresarlo mediante el aparato de las seis cuerdas.
Seis cuerdas y un virtuoso. Si ese virtuoso se llama Keith Richards, mejor que mejor. El guitarra de los Stones destila arte, pasotismo y carisma por los cuatro costados. Sube al escenario con desgana, pero cuando se pone su guitarra y sus manos acarician la de las seis cuerdas, la magia inunda su cuerpo y se convierte en un demonio del infierno. Si Mick Jagger es el alma de los Stones, Keith es el escupitajo en la cara y la rebeldía de la música personificados. En realidad, Mick siempre quiso ser Keith, pero por suerte Mick se quedo en Mick y Keith en Keith, y los stones en sus satánicas majestades.
Les podría hablar del pionero de todos ellos, Chuck Berry, el negro que bailaba con pies de oca y uno de los precursores del Rock and Roll más autentico. Un joven Keith Richards bebía los vientos por este guitarrista infernal con el ritmo saliendo a borbotones de su enorme corpachón y traduciéndolo en los acordes de su guitarra. Les podría hablar de B.B.King, el rey del soul con su Lucille cantandole al profundo sur americano y al Missippi de Mark Twain, Tom Sawyer y Huckellberry Finn.
Les podría hablar del español Paco de Lucía, haciendo de la guitarra clásica española un arte en sí mismo. O de un tal Brian May, un señor alto y delgado de educación exquisita y porte aristocrático, pelo alborotado y que acompañaba la voz diabólica y cuasi perfecta de otro tal Freddy Mercury con su guitarra mágica, tocando todos los palos y estilos posibles. Pero siempre él, siempre May, uno de los más grandes y reconocible tocara lo que tocara. Y así podría seguir con Pete Towsend, Eddie Van Halen, Jimmy Page, Carlos Santana, George Harrison, Tommy Iommy , Mark Knopler, Sting, Prince y un larguísimo etc de enormes guitarristas. Pero hoy me detengo en particular en dos de mis favoritos: Eric “slowhand” Clapton y Jimi “Wonder” Hendrix. Dos de los más grandes y una anécdota en particular que los une.
Londres, mediados de los 60. Pleno swinging London y revolución mental. En un local londinense bastante frecuentado por los artistas y músicos del momento (Beatles, Stones, Who, Tom Jones, Clift Richards, Julie Christie, Vanessa Redgrave, Twggy, Susana York, Peter Sellers, Sean Connery, Terence Stamp, Mary Quan, Jean Shrimpton, Michael Caine, Roger Moore y un largo etc) Eric Clapton, apodado slowhand era el amo. Recientemente había formado un grupo llamado Cream, y en aquel local era un dios. Parecía que no hacía nada y lo hacía todo. Cada actuación suya era como para enmarcarla y no perderla jamás. En un mural del local rezaba “Clapton is god”. Un día, un tipo negro americano con peinado afro llamado Jimi Hendrix vino a tocar a Londres con su grupo, la “Jimi Hendrix experience” y fue invitado al local de moda donde reinaba el dios Clapton. Después de colocarse con el LSD de rigor y presenciar la apoteósica actuación de Clapton (“no se que coño hace este tío pero es lo mejor que he visto en mi vida con una guitarra” , en palabras de Jimi), fue invitado a unirse a la actuación de Eric y Cream . Jimi salió con su propia guitarra eléctrica, de la que nunca se separaba, y subió al escenario. Empezó a tocar junto a cream, y el publico quedo fascinado, Hendrix y Clapton en el mismo espacio de terreno y tocando juntos. De pronto, Jimi se desato y empezó su propia versión del tema que estaba tocando cream de una manera que nunca nadie había visto antes. Se tiraba por los suelos, daba saltos, se revolcaba , tocaba la guitarra con los dientes, las rodillas y los codos, y todo con el ritmo más sensacional y dinámico que nadie había escuchado. Aquel tío poco conocido de la America más profunda tocaba igual o mejor que el dios británico Clapton, y con los dientes, los codos y las rodilas, y en su propio terreno. Ante esta demostración de genio, Clapton tuvo que salir del escenario y rendirse ante aquel prodigioso talento al que el publico británico adoraba y gritaba vitores. Un mito había sido reforzado aquel día, el de Jimi “Wonder” Hendrix. Desde aquel día, en el mural del loca, encima del “Clapton is God” reza un aún más grande “Jimi is more than god” (Jimi es mas que dios).
Solo aquel sureño negro y medio loco podría haber ido a Londres y desbancar al genial slowhand en su propio terreno. Muchos británicos se dieron cuenta que la “british invasión” y la revolucion mental surgida del swinging London no era propiedad exclusiva de los nacidos en Gran Bretaña, un americano sureño estaba entre los lideres del movimiento. Años más tarde, Hendrix moriría de una sobredosis de droga. Había nacido un mito. Nos había dejado un heroe de la guitarra.. Hail, Jimi.
Les habló Mister Lennon, desde Strawberry Fields.
1 comentario:
Joder!...que bueno tu post, tío. Tienes un gran gusto musical supuesto amigo, sitas a los más grandes de la época dorada de la música.
Me hubiese encantado vivir esos momentos de rebeldía musical y llorar en directo la muerte de ese Dios llamado Jimi Hendrix.
Me ha encantado la anécdota que has contado…mira que los ingleses son orgullosos y reconocer el talento de alguien que viene de fuera les habrá dolido lo suyo.
Nombras a grandes guitarristas, te dejo unos cuantos que me gustas a mi, por ejemplo Stevie Ray Vaughan, Kirk Lee Hammett de Metallica, Kurt Cobain, Jack White de Whites Stripes, Tom Morello de Rage Against the Machine y Audioslave, Eddie Hazel de Funkadelic o David Gilmour de Pink Floyd…joder hay muchos y muy buenos.
El tito Hendrix, yo creo que la intimidad tocaba la guitarra hasta con la chola…increíble. Ahora voy a imaginar que pertenezco a ese club selecto y privilegiado del que hablas y voy a tener pajas mentales viendo como se revuelca por el suelo el amigo Hendrix.
Un placer.
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