¡Que no liguen con nuestros maridos!

Un suceso diferente, tragicómico podríamos decir. Pero representativo también de una mentalidad que está fuera del tiempo. La noticia se originó hace unas cuantas semanas, y se la vamos a contar al lector tal como la conocemos. Resulta que en Los Llanos de Aridane, el pueblo palmero con mayor población y dinamismo económico en estos momentos, un grupo de indignadas señoras han ido a visitar al alcalde con la siguiente exigencia: “¡Eche usted del pueblo a la legión de suramericanas que están seduciendo a nuestros maridos!” El alcalde se queda algo traspuesto, ciertamente las señoras que lo visitan son muy relevantes en el lugar. Algo tendrá que hacer. Así que de inmediato se pone en contacto con el comandante del puesto de la Guardia Civil, a quien le transmite el mismo asunto: hay aquí en el pueblo varios cientos de inmigrantes suramericanas que son un peligro para la moral y el orden público porque están seduciendo a los maridos más importantes. Gente de orden, esposos y padres ejemplares que está perdiendo la cabeza porque estas suramericanas son melosas, divertidas, sumamente atrayentes. El comandante del puesto de la Guardia Civil le hace ver al alcalde que, si tienen sus permisos en regla, no puede hacer gran cosa respecto a las inmigrantes. “Bueno, pero por lo menos vigílelas para que no se acuesten con los maridos.” Vaya encarguito para los miembros de la Benemérita: actuar de detectives en la Brigada Antiadulterio.

Los palmeros han sido emigrantes natos. A Cuba primero, a Venezuela después se fueron en tropel. Las mulatas y las negras de allá hechizaron a más de cuatro, era habitual que los emigrantes tuviesen una familia en la isla y otra en el país de destino. Y ahora, tantos años después, la historia se repite pero justo a la inversa. Ahora son las americanas las que vienen a la conquista del euro que tan ventajoso resulta para sus economías y de paso exhiben sus encantos a los insulares. Y éstos están más que dispuestos a compartir el cariño –clandestino o no- de las mujeres de la otra orilla. La Palma es una isla diferente. Su capital tuvo privilegios en el comercio, y constituyó un puerto importante, de sus astilleros salieron los veleros más veloces que hacían la ruta de Cuba. Pero cuando llegaron los barcos de vapor Santa Cruz de La Palma se hundió. Hoy La Palma es una de hermosa naturaleza pero casi estancada. Su población no sobrepasa los 85.000 habitantes porque los jóvenes salen a realizar estudios universitarios pero cuando los terminan no desean regresar a su tierra, por la falta de oportunidades. La Palma gusta a los alemanes y también a las suramericanas, y –aunque las palmeras también son embrujadoras y muy bellas- apetece echarse una cana al aire.

Autor: Luis León Barreto

2 comentarios:

Diana dijo...

Hola
Don Luis León Barreto, éso lo dices porque no conces a las galeguiñas.
Y, si dudas lo que te digo, ven y compruébalo.
Desde Coruaña un biquiño.
Diana.

Anónimo dijo...

gracias Diana, Galicia es especial parece otro país y es otro país por su gente y su paisaje
Las galeguiñas seguro que son melosas, dulces y todo lo demás

besos