Piolín

Era ya uno de los emigrantes isleños que atravesaban el mar tras el sueño de oro.
El emigrante que se hizo de oro de Pedro Lezcano

Es verde con manchas amarillas.

La abuelita lo tenía asomado en la ventana para que tomara el sol, mientras hablábamos de mi vida en Madrid, de su salud, de sus nietos. Era un canto vivo y alegre que nos interrumpía. Parecía que cantaba para reclutar amigos, para alcanzar el cielo.
-Te lo regalo, Luis que seguía la conversación, me hacía señas. No le parecía buena idea viajar con el ave, comprar una jaula, pedir permisos en el avión.
-Gracias pero no podemos aceptarlo.
Aquella mañana lo oímos por segunda vez cuando compartimos una tacita de pasote con la abuelita.

Piolín como lo bautizamos, nos miró con sus ojos de pájaro, se apoyó sutilmente en el palo de su jaula y se tumbó en plan sexy. Intentó seducirnos.

De repente escuchamos:
-Llévame contigo.
Sabía que los loros hablaban, bueno repiten las palabras sin sentido, pero lo del canario fue una sorpresa. Un hechizo. Le habían dicho que en la vieja India, en la de los faquires, algunos animales, se entendían con los hombres, les aconsejaban… Pero en estos tiempos.

No supo que contestar. Estaba emocionado Se acordó de la canción de la paloma y canturreó: Si a tu ventana llega…

Volvimos a Madrid, a un lugar lleno de abedules, encinas y pinos. Pero Piolín no se sintió feliz. Su ánimo estaba muy bajo, la emigración lo llenó de confusión, de nostalgia. Se le confundieron las ideas. No volvió a pronunciar una sola palabra.
Quizás no le gustaba el frío. Se convirtió en un ave solitaria sin sexo.

La voz de Luis también se hizo finita. Le encendía el televisor, la radio. Se sentaba a su lado, le cantaba y le colocó una gran bañera llena de agua.

Una mañana empezó a dar vueltas a asearse dentro de su bañera. Feliz se posaba sobre el agua, la rodeaba como si fuera su pequeña isla. Se empapaba en su sueño, en su mar. En nuestro mar que los tres habíamos dejado atrás.

Es verde con manchas amarillas.

Autora: Rosario Valcárcel

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bonito relato. Todo lo que tenga que ver con los animales me emociona enormemente y este relato no es una excepción. Un abrazo para el pequeño protagonista de la historia.