Historias de Nueva York

A pesar de considerar como David Stratton que es mejor ver una película entera que muchos fragmentos de distintos films, y que por tanto las producciones de dirección compartida aportan mucho menos a la industria cinematográfica; ayer me asomé a la gran manzana para que Scorsese, Francis Ford Coppola y, como no, Woody Allen me contasen algunas historias.

Desconozco cuáles podrán ser las motivaciones que llevan a los directores a participar en este tipo de obras, entre las que se me ocurre nombrar “La conquista del Oeste”, “Bocaccio 70”, “Four Rooms”, o las más recientes “A cada uno su cine” o “Paris Je t’aime”. Puede que sea un modo de obtener dinero fácil o quizás el honor de compartir cartel con otros autores admirados, o incluso, desde un punto de vista más romántico, tal vez les mueva el amor a la causa o la ciudad. Pensándolo bien a mí no me importaría participar en una hipotética “London I love you”, “Berlín Ich Liebe dich” o “Ámsterdam que buena estaba tu maría”


Historias de Nueva York está compuesta por tres relatos:
“A lesson of Life” de Martin Scorsese
“Life without Zoe” de Francis Ford Coppola
“Oedipo wrecks” de Woody Allen

La historia de Martin Scorsese trata sobre un pintor de éxito y la tórrida relación de amor, odio, obsesión y desprecio que vive con su aprendiz-ayudante fue la que más me sorprendió, en gran parte gracias a una acertadísima banda sonora que incluía éxitos como A Whiter Shade of Pale de Procol Harum, Like a Rolling Stone de Bob Dylan o incluso Nessun Dorma del Turandot de Puccini; aunque también debido al inteligente uso de la cámara que a veces como las pinceladas del protagonista daba grandes trazos de genialidad de un modo impulsivo y autoritario.

Por contra, la aportación del clan Coppola me produjo un sopor que sólo la esperanza de que Woody Allen lo enmendase con su espacio evitó que diese por terminada la sesión. Lo cierto es que para el segundo fragmento los productores decidieron que lo correcto sería un film familiar en el más estricto sentido de la palabra, por lo que eligieron al rey del nepotismo de modo que Francis sería el director y guionista, Sofía la coguionista y encargada del vestuario e incluso Gia (su nieta), de dos años, representase un pequeño papel (también le enchufaría en la “imprescindible” última entrega de la saga del Padrino). La vida de la tal Zoe es una insufrible sucesión de ñoñerías de un ritmo tan lento (era el primer guión de Sofía Coppola de la que ya hablaré en otro post) que un resumen de una frase la describiría con todo lujo de detalles.

Finalmente llegó el turno de Woody Allen, que interviene con una gran cinta cuyo mayor defecto es enfrentarse a una audiencia aburridísima después del corte de los Coppola. Sin embargo el pelirrojo es capaz de remontar con una graciosa historia muy original sobre el amor, la muerte, las madres y lo sobrenatural. En la línea de otros trabajos suyos como “Zellig”, “La comedia sexual de una noche de verano” o “Todo lo que siempre quiso saber acerca del sexo y nunca se atrevió a preguntar”, “Oedipus Wreck” une lo cotidiano con lo inverosímil para demostrar el talento de un director que por aquel entonces no tenía que repetir argumentos de sus propios films para resultar divertido.

En definitiva, debido sobre todo al fragmento de Scorsese, pero también por el de Allen, merece la pena ver estas tres Historias de Nueva York, aunque es aconsejable utilizar el metraje de los Coppola hacer algo más interesante como podría ser leer la guía de teléfonos.

Autor: Roberto Samper

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hi , Robert. Muy interesante tu disertación sobre esta pelicula que yo tambien he visto y opino exactamente lo mismo que tu. Memorable el episodio de Marty, Estupendo el de Woody( sobre todo para los incondicionales de su particular humor y su mundo) y soporifero el de Coppola.

By Mister Lennon.