La Semana Santa


Cuando Jesús entró en Jerusalén, toda la ciudad se alborotó y preguntaban: ¿Quién es éste? Y la muchedumbre respondía: Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea.


A medida que el tiempo pasa, me doy cuenta que el mundo ha cambiado totalmente y que por supuesto han cambiado nuestras vidas, nuestras formas de enfrentarnos a cualquier acontecimiento.
Por eso al llegar la Semana Santa me entra la añoranza. Sí porque esa Semana lo llenaba todo, era el símbolo de la familia, de los niños, las películas sobre la Biblia, las saetas. Eran tiempos de ver a nuestros abuelos asomados a las ventanas para ver las procesiones, la gloria de las imágenes, señoras ataviadas con mantillas.
El mundo parecía que se paraba, los sentimientos se manifestaban en las calles. Tiempos memorables para lo religioso.
A mí la Procesión que más me gustaba era la de la burrita, la del domingo de Ramos. Era el día en que por fin estrenaba mi vestido nuevo y todos los niños aplaudíamos mientras agitábamos las palmas o los ramos de olivo. Era el día en que el Sol nos acompañaba y los bombos y platillos sonaban a alegría. ¡Cómo me gustaban los redobles de tambores! Desfilar al lado de la banda de música y contemplar a aquellos primeros turistas, espectadores asombrados, haciendo fotografías.

Después mi padre me subía en los cochitos del Parque de San Telmo, en los caballitos que subían y bajaban, en la ambulancia o en la caldera que daba vueltas y vueltas.

Y al llegar a mi casa mi madre había preparado sus torrijas que tenían un toque especial y la cocina olía a canela y a limón.
El Lunes Santo había una procesión, no recuerdo bien las imágenes pero sí que desfilaban seminaristas, era el día del Seminario. Otro día había un Via Crucis y más procesiones.
Lamentaciones y cantos de dolor y el tiempo se empeoraba. Algunas veces llovía y en las casas se hacía un silencio. No se podía cantar, ni manifestar alegrías, las ropas se oscurecían, las calles olían a incienso y las radios sólo emitían música sacra, marchas fúnebres, y las Siete Palabras que duraban una eternidad.
Después silencios, muchos silencios, hasta que por fin llegaba el Sábado Santo y se escuchaban las campanas. Resucitaba el tiempo.
Hoy se habla de una manifestación religiosa en Ceuta, donde la comunidad musulmana de la barriada del Príncipe colabora en el paso, un barrio donde la iglesia de San Ildefonso está rodeada de mezquitas. Desde allí ceutíes de distinta religión participan en el traslado del Cristo de Medinacelli a la prisión de los Rosales para liberar un preso.
Pero también se habla de las vacaciones de primavera, del arranque de la Semana Santa, de los muertos de la operación de tráfico, de que la gasolina sube en esos días. De actividades y cursillos para que los niños no se aburran en su tiempo libre.
Algunos incluso siguen creyendo que el paraíso terrenal está en estas manifestaciones, en la fuerza que emanan, en el monumento al dolor. Otros piensan que los niños actuales desconocen esos relatos, desconocen la Biblia, los personajes y los misterios.
Niños que cuando ven la procesión de la burrita preguntan ¿Quién es éste?


Autora: Rosario Valcárcel.

9 comentarios:

Gittana dijo...

Mmmmm... no se si hice bien en entrar a tu blog... No se absolutamente nada de religión...

Anónimo dijo...

hermosa descripción de los rituales antiguos de la Semana Santa, llena de colorido
la prosa es casi poética, de gran nivel

Anónimo dijo...

Soy ateo y agnostico convencido y confeso, por lo que ya se supone lo que significa la semana santa para myself, pero he de decír que con el excelente, detallista y poético escrito de Rosario, dan ganas de una conversión al cristianismo.

Mmmmmmm, mejor va a ser que no, pero el artículo sigue siendo de diez para arriba.

By Mister Lennon.

Queen Galadriel dijo...

Es verdad que muchos desconocen el siginificado de la Semana Santa.
El otro día precisamente vi en un spot de televisión que trataba sobre los atacaques de risa que sufren los presentadores de de la pequeña pantalla, cómo Carlos Sobera no podía contener la risa en su programa ¿Quiere ser millonario? cuando el participante queria pedir comodín del público para responder a la pregunta "¿Cuándo muere Jesucristo?" Una de las alternativas era "el 24 de diciembre" y el jugador dudaba entre ésta y otra.
No sé si le hacía gracia la ignorancia, o aún se acordaba del chiste que le contaron el día anterior.
Muy bien escrito. Un beso.

Queen Galadriel dijo...

Por cierto, yo también soy agnóstica. La Semana Santa para mí es simplement tradición, parte de nuestra cultura, y qué bien nos vienen las vacaciones!.

Anónimo dijo...

Alguien decía que lo importante es participar. Pues gracias amigos por leer esa Semana Santa. No era un artículo para convencer ni para convertir, sólo pretendía como con todo lo que yo escribo pasar a papel mis recuerdos o recrear espacios y momentos.
Y el no estar sujetos a conchas, a pensamientos, como si estarlos son opciones válidas. Lo importante es aprender a flotar por tí mismo. Lo demás sólo es un hilo de un largo desarrrollo en la historia de la civilización y acaso también en la vida de muchos seres humanos. Al que tú te puedes sujetar o no.

Roberto Samper dijo...

Me alegra leer algo de la Semana Santa en este blog, ya que aunque tampoco me considero creyente, siempre me ha interesado la mitología: sea griega, nórdica, musulmana o cristiana; y de hecho opino que de la Biblia se puede aprender muchísimo, no sólo de la Historia de la Humanidad, sino también de la propia esencia del ser humano, sus inquietudes, sus temores y deseos... por no mencionar su importancia a la hora de acercarse a la Historia del Arte.
Es una pena que se pierda poco a poco ese campo de la cultura, como tantos otros.
Un abrazo

Anónimo dijo...

no me creo que esta señora quehabla con tanto cariño de la Semana Santa sea agnostika ni atea, debe ser una creyente de esas que se dan golpe de pesho

Anónimo dijo...

Amigo Armando:
Primero gracias por leer mi recuerdo de Semana Santa.Y segundo hace mucho tiempo que me desprendí de esa conciencia religiosa única que me inculcaron de pequeña, de los golpes de pecho. No soy agnóstica. La simplicidad de la vida me impulsa a creer en el horizonte,en la playa, en el cielo, en el mar.
Es cierto que lo escribí con cariño. porque yo intento detener mi alma con los recuerdos de mi infancia, con los recuerdos de mi adolescencia. Con los recuerdos porque en definitiva lo único importanrte que tenemos en la vida, lo único importante que podamos llevarnos es eso, los recuerdos. Un beso