Ganar la Felicidad

ETA vuelve con sus bombas, y sus clarinazos quizá sean el preludio de algo que nos tememos más impactante: un atentado a lo bestia en los próximos meses. Y es que no vivimos en el mejor de los mundos, sino en el real: ése que –tras el relumbrón mediático de las nueve ministras- ahora mismo se debate frente a las subidas del petróleo, el alza de las hipotecas, el parón económico, el referéndum de Ibarretxe, los trasvases del Ebro, los inteligentes planes de recuperación económica ideados por don Paulino Rivero y el terrorismo de largo alcance que puede venir. La felicidad no es nuestro estado natural; al contrario, somos seres carenciales acechados por múltiples miedos e inseguridades. No estamos preparados para ser felices, sino para sobrevivir, y nos asustan también las amenazas imaginarias. Eso es lo que dice la psicóloga Elsa Punset en su libro Brújula para navegantes emocionales, editorial Aguilar. Vivimos en el primer mundo, una sociedad próspera repleta de contradicciones, que luce bienestar físico de las personas, donde hay culto al cuerpo pero donde crecen los fenómenos depresivos, los trastornos del sueño, las enfermedades emocionales generadas por la agresividad que genera prisa, presión para ganar dinero, para triunfar, para obtener más objetos. “Conócete a ti mismo”, decían los griegos. Y eso no debe ser fácil cuando se multiplican los conflictos de las emociones. La felicidad hay que trabajársela día a día. La cosa requiere perseverancia. También humildad, recordemos aquel socrático “Sólo sé que no sé nada.”

La ensayista dice que hasta hace poco había estructuras sociales y religiosas rígidas, que obedecíamos. Al nacer nos bautizaban en la verdadera fe y nos indicaban qué lugar debíamos ocupar en el mundo y cómo controlar las emociones. Los mandamientos eran taxativos: decían lo que se puede hacer y sobre todo ordenaban las prohibiciones. Claro que la moral es algo evanescente y evolutivo, incluso ahora los católicos confiesan directamente con Dios sin pasar por el cura, una costumbre copiada de los protestantes. Además sucede que las estructuras sociales arcaicas, los viejos pensamientos, se han desmoronado; la sociedad de comienzos del XXI ya no es la del siglo pasado y por ello ahora nos encontramos perplejos, sin saber cómo controlar la crisis económica, el insomnio, la tristeza, la vida en pareja, las separaciones y los divorcios, la pelea de los separados para seguir viendo a los hijos de los que intenta apropiarse el excónyuge, etc. Así que hemos de buscar nuevas pautas, metas, ilusiones, nuevas formas de ver la vida. Como decía el poeta Juan Ramón Jiménez, hay que exprimir la vida a fondo, hay que ir logrando las metas que nos ponemos, es preciso hacer realidad las fantasías para que cuando llegue la muerte ésta nos encuentre vacíos, resecos, con pocas ilusiones pendientes.

Autor: Luis León Barreto

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bonito, inteligente y cierto post, amigo Leon Barreto, y completamente de acuerdo con lo que expresas en el mismo. La vida y sus ilusiones y sueños estan para vivirlos y tratarlos de hacerlos realidad, no solo verlos pasar. Como dijo alguien sabio, (aunque seguro que era de los que dicen " solo se que no se nada"): " Los sueños y las ilusiones son muy bonitas al verlas pasar por la ventana. Pero apuesto lo que sea y contra quien sea que son el doble de bonitos si bajas de la ventana y te acercas a ellos y los contemplas mas de cerca".


No es más feliz el que mas tiene, sino el que menos necesita y el que ha vivido la mayor coleccion de emociones e ilusiones posibles.

Roberto Samper dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con la cita que mencionas de Juan Ramón Jiménez, al que por cierto Dalí y Buñuel detestaban, muy en la línea de Brecht y su beber la vida a grandes tragos.