El Timple sin José Antonio Ramos


El mazazo de la muerte de José Antonio Ramos nos deja huérfanos de sonidos atrevidos, de la experimentación que unos pocos han realizado para reavivar nuestro patrimonio musical mediante investigación, curiosidad y búsqueda. El alcanzó a conseguir que nuestra música tradicional no se rinda del todo al ensimismamiento, la repetición amanerada de patrones antiguos. Al espíritu alicorto que se revela por ejemplo en ese bobalicón arrorró decretado himno de Canarias por la oficialidad con orejas de burro. Contra la música repetitiva de modelos agotados se alzó gente como Totoyo Millares y su discípulo JAR, igual que lo han hecho Benito Cabrera y Domingo Rodríguez, El Colorao. Con imaginación y ganas, nuestro hombre supo despegar sobre las raíces haciendo el mestizaje del pequeño y cantarín instrumento sobre la música sinfónica y el banjo de Bela Fleco, la gaita de Carlos Núñez y la trikitixa de Kepa Junquera. Aproximaciones al jazz y las músicas étnicas, los sones de los celtas y el guitarreo flamenco, el Atlántico y el mundo, planeos sonoros por encima del mar. La gran faena de que se nos haya ido tan pronto y tan injustamente es que su ausencia nos priva de escuchar los sonidos que hubiera sido capaz de armar en años de madurez. Muerte precipitada de quien tenía tanto que ofrecer.

Las noches de Artenara ya no serán las mismas en las fiestas de agosto, pero la memoria de JAR debe germinar también allí, aunque falte el vuelo del ave suelta que siempre fue este hombre grande que tocaba uno de los instrumentos más pequeños del mundo. Porque Canarias sigue necesitando francotiradores lúcidos como José Antonio, gente que ande los caminos al margen de compadreos y subvencionitis, las pandillas que lo controlan y lo censuran todo imponiendo falsos ídolos al abrigo de los favores. Qué fácil es lastrar una cultura alzando la mediocridad acomodaticia de los cortesanos. Pero también qué fácil resulta para quienes poseen talento y fe en sí mismos continuar abriendo surcos cuando -a pesar de que se camine solo en el sendero- uno cree en uno mismo. Al final el esfuerzo sostenido acaba por imponerse, no lo detienen las vallas publicitarias. Lo malo es partir al otro lado antes de tiempo; cuando ya no estorbas la tribu te consagra con todas las condecoraciones juntas, esas mismas que les han ido dando a voleo a los mediocres que han tenido cerca. Por eso ahora le dedicarán nombramientos de hijos predilectos, rotularán calles y le ofrecerán premios póstumos. JAR –bueno y noble- no ha muerto del todo, sus grabaciones están sobre la mesa para rumiarlas mil veces. La TV autonómica, esa pésima televisión que no nos queda otro remedio que padecer entre todos, le rindió un pequeño homenaje de madrugada, con abundantes corte publicitarios. Queda, en fin, ese testamento del nuevo disco a punto de salir donde aún puntea, innova, vive.

Autor: Luis León Barreto

3 comentarios:

Queen Galadriel dijo...

Cierto, sonaba muy bien el timple en sus manos.
Bueno yo entiendo que aún no le hubiesen hecho nombramientos, porque yo también hubiese pensado que aún le quedaba mucho por dar.
Una pena.

Anónimo dijo...

Emocionado recuerdo el de Luis.
Pero la vida es selectiva y selecciona algunas veces de una forma artificial. Pero cuando la muerte se mete por en medio, descubres cosas y el recuerdo se hace comunicación. No nos es posible permitirnos el lujo del silencio.
El sonido del timple de José Antonio Ramos seguirá sonando, no nos dejará huérfanos.

Anónimo dijo...

No conocia en demasia a este artista del timple ni tampoco soy demasiado aficionado a la musica canaria, pero desde luego es una pena tremenda que se vaya alguien tan joven y con tanto que ofrecer en un arte.