Cortometrajes no tan originales

A menudo he considerado como uno de los más importantes aspectos de la creación cinematográfica y concretamente de la elaboración de cortometrajes, la originalidad. Si bien es cierto que como decía Mika Waltari “no hay nada nuevo bajo el sol”, a veces algunos directores son capaces de hacernos sonreír o sorprendernos con propuestas que irradian frescura y buen hacer, algo que para el mundo del arte es en mi opinión imprescindible.

Sin embargo otras veces, por el contrario, tanto las productoras hollywoodienses, tan amantes de los “remakes”, como los creadores independientes, nos venden la misma moto en más de una ocasión, sea este el caso de “Reservoir Dogs”, de “Infiltrados”, de “Muerte entre las Flores” de “Todo lo demás” o incluso de algún corto presentado a grandes festivales.

Hoy me gustaría compartir casos en los que cortometrajes explotan, con cierto éxito, “ideas heredadas”, que incluso sus realizadores han llegado a reconocer que obtuvieron de las denominadas “cadenas de correo”, esas maldiciones de nuestro tiempo que consisten en una frase de galleta de la fortuna pseudofirmada por Neruda o Gabo con una música ñoña e imágenes kitsch de fondo o quizás advertencias de catástrofes de proporciones bíblicas sólo evitables mediante el conveniente reenvío a todos los contactos.

El caso más famoso proviene de una historia popular convertida en cadena que suele servir de ejemplo en clases de marketing en todo el mundo y que un joven mexicano adaptó atribuyéndose la autoría en los créditos: “escrita, dirigida y producida por Alonso Álvarez Barreda” . Posteriormente, ante el revuelo que causó la noticia de que el corto ganador del festival de Cannes 2008 era un plagio, él alegó que desconocía el protocolo y que se refería a que había escrito la adaptación, a nivel de planos y estructura de la historia, pero que en ningún momento había promulgado que fuese una idea original suya, además de comparar erróneamente su caso con las múltiples adaptaciones de obras clásicas como Hamlet, en las que si se incluye a Shakespeare en los créditos. Sin querer hacer más leña del árbol caído, me parece necesario señalar que la magnífica banda sonora de este corto, que no aparece en los créditos, fue tomada prestada de la película “El cartero y Pablo Neruda”.



Años antes pudimos disfrutar de este “diminuto” presentado a NOTODOFILMFEST en su sección de 30 segundos o menos, también inspirado en la misma historia.

Para terminar les dejo con este divertido corto que traslada al ámbito cinematográfico un monólogo de Pablo Motos, aunque esta vez sí, adecuadamente, incluyen al humorista en los créditos, si bien en mi opinión un “basado en la anécdota de” no es suficiente cuando el texto es en muchas partes copiado literalmente.



Autor: Roberto Samper

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como dices, colega Robert, esa ola de todo visto, ausencia de ideas y falta de originalidad que invade al cine de hoy día esta extendiendo sus raices al mundo del cortometraje tambien. Ciertamente, de vez en cuando salen cosas de mucha calidad, pero desde luego, ni el cine ni los cortos pasan por sus mejores momentos, no.