El vuelo del guirre

…Cuando sienten que van a morir vuelan alto
en círculo y aparecen en el cielo. Por eso no
verás guirres muertos…


diálogo de la película El vuelo del guirre




Siempre ha habido muchas razones para viajar.

Algunos como Marco Polo iban en busca de aventuras, otros para gozar de la vida, o del conocimiento como Ulises, y muchos querían ir al encuentro de nuevos mundos. Pero miles de canarios tuvieron que emigrar en busca de fortuna de una solución a las penurias de las islas: la sequía, el hambre y la falta de trabajo. Para encontrar una vida mejor. La libertad.

El vuelo del guirre es una película dirigida por los hermanos Ríos que muy bien podría estar inspirada en un hecho real. Comienza con un viaje, el viaje de vuelta de Benigno, de Venezuela. Un emigrante que retorna a Canarias tras cuarenta años de exilio voluntario, disuelto en el silencio más absoluto. Al llegar se encuentra con una serie de conflictos, con una sociedad diferente a la que dejó atrás. La interpretación de Carlos Álvarez Novoa es excelente.

Describe la película un hecho social, una dolorosa circunstancia que se repitió en muchas familias, al mismo tiempo que nos revela el alma de un hombre que tuvo que alejarse y que no dio señales de vida a nadie, que guardó su paradero en secreto y que ahora al volver evoca imágenes, recuerdos de demonios que cohabitan con él. Una luz que lo despierta en la oscuridad.

El vuelo del guirre nos muestra el amor y el desamor, la búsqueda de comunicación. El amor de su nieto Zeben, un adolescente con una mirada de frescura y esperanza ante la figura del abuelo que personifica para él la sabiduría, su descubrimiento de lo universal. Sorprende el trabajo lleno de fuerza del nieto representado por el televisivo y cantante Adrián Rodríguez.

Y el desamor de los hijos un varón y una hembra llamada Lina con una Isabel Prinz espontánea que borda su papel y comprende, junto con el personaje de Mapi Sagaseta, que la perfección es inhumana.

Buenos primeros planos, imágenes y gestos de sorpresa y venganza de unos protagonistas atormentados por la ausencia paternal, por el sufrimiento de la madre abandonada. Bellos planos generales de paisajes, montes y lavas de Gran Canaria y Tenerife: islas verdes entre la inmensidad azul.

Una película en la que no faltan los símbolos de una vida, el despertar de la memoria plasmado de una forma emotiva, en la llamada tierna que el abuelo y el nieto a duo, hacen al guirre, al recuerdo, al hombre de campo dedicado al cultivo del plátano o al cuidado de los animales y que ahora ha dado paso a la siembra de apartamentos.

A Santiago Ríos le gusta siempre hacer referencia a la metáfora para mostrar el archipiélago canario que ya no es, al buitre que casi ha desaparecido en las islas.

Lo cierto es que El vuelo del guirre está lleno de similitudes entre el hombre insular y el alimoche, esas aves que algunos días soleados se dejaban ver alegres en sus vuelos nupciales. A ambos el destino los ha llevado a la emigración, al silencio y a veces a ser seres poco sociables, desconfiados.

Teodoro y Santiago Ríos dirigen un cine con un halo de compromiso social, temas envueltos en la emigración de los canarios hacía el continente americano: Cuba y Venezuela. Con El vuelo del guirre y los anteriores títulos Guarapo y Mambí completan la trilogía.

Una historia llena de humanidad, triste pero contada de una forma alegre con la personalidad del acento de las islas y la música de Benito Cabrera. Y un arroró final que te asoma una sonrisa maternal, la emoción que fluye cuando un trabajo está bien hecho. ¡Qué pena que no ha sido estrenada en todas las islas ni en la Península como se merece!

Autor: Rosario Valcarcel

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Erase una vez un blog en el que las gentes de bien escribian sin cesar...
¡¡Hay que tiempos aquellos!!

Anónimo dijo...

¡Volverán las oscuras golondrinas,
en tu balcón sus nidos a colgar...!